Los directores más idiosincráticos del cine (primera parte)
Existen algunos directores cuyas películas puedes empezar a ver a la mitad sin absolutamente nada de información anticipada o algo de contexto y con tan sólo verlas por cinco segundos serías capaz de reconocer inmediatamente que existe algo sumamente específico y reconocible sobre su estilo cinematográfico… un algo que transpira a través de cada fotograma.
A continuación los directores que consideramos como los más reconocibles (no por ello los más reconocidos) de todos los tiempos:
Primero analizaremos directores cuya personalidad tiende a salir a flote mediante su cinematografía, seguramente este no es su único medio de expresión pero es definitivamente el más obvio.
Si es una toma larga, de más de cinco minutos de duración y la acción contiene una coreografía digna del ballet de Moscú, probablemente estemos frente a una película dirigida por Alfonso Cuarón.
Si todo el mundo parece estar mirando en la misma dirección, incluso cuando se ven el uno al otro de frente, probablemente estés viendo una película de Yasujiro Ozu.
Si un lente ancho gira alrededor de un personaje mientras este contempla estoico hacia la distancia… ¡Felicidades! Es una película de Michael Bay. Eso y explosiones al por mayor claro está.
Si estás viendo una película filmada con un alto sentido estético y donde cada toma contiene destellos de lentes por doquier… bueno, ya sabemos de quién se trata.
Spielberg filma sus películas con una hermosa puesta en escena y tomas secuenciales en una carretilla con personajes que se mueven entre distintas composiciones de escala, sus películas están fuertemente retroiluminadas, capturando los contornos.
Las películas de David Fincher están matizadas con un suave tono ámbar, un inmenso sentido visual, agudeza y una casi imposible precisión de cámara. Si eres un ávido amante del séptimo arte, probablemente también puedas diferenciar las películas de Tarsem Singh, Busby Berkeley, Paul Greengrass, Sergio Leone y Jean-Pierre Jeunet por su cinematografía, pero si existe un cineasta en el cual cada fotograma escurre su muy particular fetiche visual ese tiene que ser Gaspar Noé.
Lo que comenzó con una paleta de colores un poco intensa y una camara al acecho en “Seul contre tous” se convirtió en un saturado impresionante de deslumbramiento y un punto de vista salvaje. Estilo que marca a “Irreversible” y que finalmente floreció en un neón incesante, pulsante y una cámara flotante amarrada a un alma incorpórea que se mece hipnóticamente a través del espacio-tiempo en “Enter de void”. Sin embargo, en su cinta “Love” contó con una fuerte la iluminación, pero dio un paso hacia atrás respecto al manejo de cámara y nos hizo cuestionarnos elegirlo para esta sección; sin embargo, en su más reciente filme “Clímax” su estilo cinematográfico parece retornar a su forma, siempre justificado por la estética del ruido de la historia, el asombro y desorientación. Con esto cumple su estética de mostrarnos el mundo en una forma completamente nueva. Y a pesar de revelarse principalmente a través de su cámara, hay otras marcas más sutiles en juego como lo son los títulos estroboscópicos, los cortes parpadeantes, el sonido nauseabundo en donde cada uno de ellos traiciona a la cotidianidad con un irresponsable deseo de desorientar, repugnar e incomodar a su público.
Su trabajo es una provocación reaccionaria y violentamente estilística, pero también es increíblemente específico y en cierto modo limitado. Sus métodos no dejan duda que existe algo profundo y fundamental de él mismo incrustado en ellos.